La persona siente una profunda tristeza, tiene una visión negativa de la realidad, y pensamientos oscuros, no ven solución a los problemas, en ocasiones sentimientos de culpa.
El estado de ánimo es tan bajo que la persona no tiene ganas de hacer nada. Es habitual el llanto, insomnio, pérdida de apetito, y cansancio.
Se sufre un malestar tan intenso que se van dejando de realizar hábitos y abandonando el ritmo de vida normal: vida social, aficiones, obligaciones, deporte, trabajo,... Si se mantiene en el tiempo conviene intervenir cuanto antes para evitar que se siga perdiendo calidad de vida. Pueden haber ideas de suicidio.
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